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lunes, 25 de febrero de 2013

ÁRBOLES DE NUESTROS BOSQUES: EL ROBLE


Carbayo de Valentín. Monumento Natural

Robledal en otoño. Recorba


Roble en invierno. Los Somiones
 NOMBRE EN CASTELLANO: Roble
NOMBRE EN ASTURIANO: Carbayo
NOMBRE CIENTIFICO: Quercus Robur
Carbayos de Cutaniel.lo. (L.luciernas)

El roble siempre presente en los l.leñeiros
 Estamos ante la especie más representativa del bosque asturiano y por supuesto, del bosque de Tineo. Es un árbol caducifolio que puede alcanzar los 30 metros de altura, con fuerte y profunda raíz que se hunde en el terreno hasta metro y medio.  El tronco es liso mientras el árbol es joven con una corteza en tonos grises, cuando el árbol pasa de la veintena, esta corteza exterior se agrieta y adquiere unas tonalidades pardas. Sus hojas tienen unas formas oblongas, más verdes en el haz que en el envés. Vive entre el nivel del mar y los 1.000 metros de altitud en suelos relativamente húmedos
Detalle de la hoja del roble

Su fruto es la bellota, “l.lande” en el asturiano antiguo de la zona, que madura en los meses de Octubre y Noviembre, cubriendo el suelo de nuestros montes. En el pasado, las crónicas de la época romana, se hace mención a los astures como consumidores habituales de bellotas, que se molían fabricando con esa especie de harina un rústico pan. En tiempos más modernos la bellota se convierte en una parte muy importante de la alimentación de los cerdos, que incluso se sacaban a los robledales a comer este producto. Su aporte, les permitiría aumentar el peso del ganado de cerda, en los meses previos al samartín.
Las bellotas, son una pieza básica en la dieta alimenticia de muchas especies: el jabalí, el corzo, el oso pardo, los roedores y sobre todo las aves encuentran en el fruto del roble, un aporte muy importante a su alimentación antes del invierno. Su conservación entre las hojas y el suelo del bosque, hace que esta fuente de alimentación, se encuentre también disponible en los duros meses del invierno. Las bellotas permiten la multiplicación de la especie y aquí juega un papel muy relevante una de nuestras aves, el arrendajo común, el “glayo”. Este córvido, tiene la costumbre de enterrar su comida en épocas de abundancia para disponer de ella en otras fases del año con menos recursos alimenticios. La bellota es uno de sus bocados favoritos y entierran cientos de ellas que en muchos casos, luego no son recogidas, así germinan y se convierten en nuevos robles.
 Estas condiciones de la especie, determinan que alcance una gran longevidad con ejemplares en el mundo que alcanzan los 1.000 años. En Tineo, tenemos la suerte te tener una de estas joyas naturales, como es el Carbayo de Valentín. Un espectacular roble que se viene datando de aproximadamente de 600-700 años, extrapolando las fechas de la llegada de la familia nobiliaria de Valentín al territorio de Tineo. Tiene una altura de 16 metros y una copa de 20, pero lo más espectacular de este árbol, es su tronco, con un perímetro de diez metros
El 27 de Abril de 1995, es declarado Monumento Natural por el Gobierno del Principado de Asturias e incluido en el Plan de Recursos Naturales de Asturias. La máxima figura de protección medioambiental de nuestra región
También en el 2008, la ONG Bosques sin Fronteras , otorga a este majestuoso árbol el galardón de “Arbol Gigante 2008” entre múltiples candidaturas de todo el territorio nacional. Ese mismo año, se incluye el árbol en el catalogo “Arboles, Leyendas Vivas” de la Fundación Biodiversidad como uno de los 100 árboles más singulares de España.

Como se puede apreciar, el Carbayo de Valentín, es un verdadero tesoro natural que merece la pena conocer. No es el único roble centenario del concejo, aunque si el más representativo. En la iglesia de la localidad de El Pedregal, en el entorno del Camino de Santiago, encontramos otro espectacular ejemplar con casi 30 metros de altura. También en la localidad de Luciernas, encontramos otros dos ejemplares de más de tres siglos de antigüedad. En el entorno de la ermita de Cotariel.lo también encontramos varios robles de más de un siglo. Sin salir de la capital del concejo, en el entorno del Campo de San Roque o en el Paseo de los Frailes, encontraremos robles centenarios que forman parte de la historia de Tineo.
Detalle de las bellotas del roble


La caída de sus hojas permite a los hongos un ecosistema adecuado

 El aprovechamiento del roble que le daban nuestros ancestros, es casi total. Por un lado, su fruto era consumido por los “gochos”, bien en las cuadras una vez recogido o directamente en los robledales a los que se llevaban. Su hoja era aprovechada para cama de animales y así generar estiércol. Diversos insectos, hongos o bacterias, parásitos del roble, que atcan al roble, producen en este una respuesta, intentando aislar la infección, son las conocidas como agallas del roble, en el asturiano de la zona, “mazanas de cuquiel.lo”. Estas reacciones producen unas esferas con cierta dureza que se usaban como canicas en la antigüedad o como elementos en la construcción de juguetes.

En muchas viviendas, también se plantaba como modo de protección ante los vientos dominantes, sus dimensiones y el vigor de sus ramas, constituían un parapeto que protegía a los moradores de los fuertes vientos y ventiscas invernales.
Premio Árbol Gigante 2008
 Su leña, es de la más apreciadas por su alto poder calorífico, el roble ocupa un papel relevante en el combustible de hogares y sobre todo en el proceso de ahumado de los embutidos. Los embutidos y especialmente nuestro emblemático chosco, se ahúman con leña de roble, que dota de un aroma especial a estas joyas de nuestra gastronomía. Los robles y rebollos, fueron una de la principales materias primas con las que se fabricaba el carbón vegetal. Montones de leña de roble eran enterrados en una cueva donde quemaban durante días tapados con tierra. Los “carboneiros” disponían así de un material que era adquirido por otros artesanos: los “ferreiros” para hacer funcionar sus fraguas y herrerías.

Es muy interesante, una normativa recogida en el Catastro del Marqués de la Ensenada, en su capítulo dedicado a Tineo en el que se cita que los robles solo podían ser podados cada ocho años. Una medida de conservación y sostenibilidad, ya presente en el siglo XVIII, que resalta la importancia de este árbol en la economía rural del Concejo.
La madera del roble era una de las más apreciadas por su dureza y resistencia a la humedad. Estamos ante un árbol de muy lento crecimiento con lo cual, su madera goza de gran resistencia. Los robledales antiguos, destacan por unos árboles rectos con su parte inferior sin ramas, lo que determina unas rollas de gran aprovechamiento. La construcción de viviendas, la fabricación de toneles y sobre todo, la construcción naval, eran los destinos de la madera de roble de nuestros bosques. Aún en la memoria de nuestros vecinos más longevos, recuerdan el mito de grandes robledales talados para la construcción de la Armada Invencible, especialmente en la zona del Cuarto de Mirayo, aspecto legendario pero que históricamente sería más que discutible. Lo que es indudable, es la importancia que tuvo el roble en la construcción de embarcaciones en los astilleros de la época.


Su madera forma parte de nuestra arquitectura popular
Los toneleros, también utilizaban el roble como materia prima en sus artesanías. Así el vino y la sidra de nuestra zona se almacenaba en barricas y toneles de roble, que confería a estas bebidas un aroma particular.

El roble es sin duda uno de nuestros árboles más importantes. Las antiguas tribus celtas, adoraban al roble, en base a la admiración que tenían por su fuerza, su vigor y su sabiduría plasmada en su longevidad. Era uno de sus árboles sagrados, punto de reuniones y de cultos. El primitivo cristianismo, adoptó esta figura del roble y es frecuente encontrar antiquísimos robles en los entornos de iglesias, ermitas o cementerios. Desde nuestros orígenes, el roble es una parte de nuestra cultura.



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