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miércoles, 24 de julio de 2013

ÁRBOLES DE NUESTROS BOSQUES: EL CEREZO

NOMBRE EN CASTELLANO: Cerezo

NOMBRE EN ASTURIANO: Zreizar o Zreizal

NOMBRE CIENTIFICO: Prunus avium

Zreizas mul.larinas.
Árbol de gran difusión en nuestro territorio. Estamos ante una especie de hoja caduca que puede alcanzar los 30 metros de altura. Su estructura por lo general es recta, con amplia copa. Corteza lisa en sus primeros años, de color verdoso, tornándose a un color rojizo y estriado cuando el árbol adquiere cierta edad. Esta variedad de cerezo, también conocida como cerezo silvestre, cerezo dulce o cerezo de monte, es oriunda de Europa y de Asía occidental y se ha convertido en un árbol que pos excelencia, está presente en nuestros huertos y prados. Se trata de una especie bastante resistente a la sequía y a las heladas por lo que se puede encontrar en Asturias, entre el nivel del mar y los 700-800 metros de altitud.

Su propagación, se realiza de dos maneras, en un primer lugar por sus “goñas o pevidas” (hueso de la cereza) que distribuyen las especies que tienen en la cereza su fuente de alimentación y sobre todo por afloramiento de sus raíces, especialmente cuando el árbol es talado. Estos árboles son los patrones que antiguamente se utilizaban para el injertado del cerezo y también del guindo. Es habitual encontrarlo en los montes mixtos, destacando en los albores de la primavera, su coloración blanca en el periodo de floración que resalta sobre el resto de las especies con las que comparte hábitat.

Cerezas recogidas de  la manera tradicional
 Su madera es muy apreciada en ebanistería por su color rojizo y veteado que se amolda perfectamente para la elaboración de muebles, parquets u otros elementos. También se utilizó el tronco, especialmente en cerezos muy viejos, como materia prima para la construcción de “truébanos” (Colmenas), especialmente ejemplares injertados de gran longevidad, en los que la edad, había provocado el hueco interior del tronco. Sus ramas más finas se utilizaban para los “fornos de pan” y “l.lariegas”. Tradicionalmente, no se realizaba poda alguna del árbol de tal manera que los ejemplares de mayor longevidad, alcanzaban alturas y dimensiones considerables.

Cereza variedad amargona, una de las más tardías de la zona
Su fruto, la cereza, es muy apreciado, ya que se trata de la primera de las frutas de la temporada en muchos lugares. Florece entre Abril y Mayo, dependiendo de la variedad y de su localización en altitud. Sus flores aparecen antes que las hojas o a la vez, lo que ha permitido que su cultivo también se centre en la faceta ornamental. Tiene un importantísimo valor ecológico, ya que su periodo de fructificación, coincide con el desarrollo de las nuevas generaciones de aves o mamíferos que se nutren de esta fruta. Gran cantidad de aves, mustélidos, jabalís, zorros o incluso el oso pardo, tienen en el cerezo un remanente de recursos en una época decisiva en su desarrollo.




Detalle de la floración del cerezo

Nuestros ancestros distinguían las diferentes variedades de cerezas en dos categorías básicas: “mansas” (variedades cultivadas e injertadas) y “bravas” (silvestres), siendo las primeras más apreciadas por su sabor y tamaño. También categorizaban, basando en su color entre “zreizas negras” y “zreizas encarnadas”, atendiendo a la coloración del fruto negro o rojo. De esta forma, podemos encontrar multitud de variedades con diversas denominaciones en el territorio del concejo. Entre las variedades de tonalidad roja, podemos destacar: Francesa temprana, mul.lar, mul.larina, praviana, francesa, naviana, amargona, santuyana, blancar…. Y entre las de coloración negra, que son más escasas, tenemos la negrina, picona negra o zreizas del Carmen. Estas variedades son el producto de la ancestral técnica del injertado que durante generaciones fue seleccionando las variedades silvestres más adaptables para cada zona. 

Detalle de un injerto de cerezo
En la antigüedad, todas las casas de nuestros pueblos, poseían una gran cantidad de cerezos y de diversas variedades que permitiera disponer del producto en toda su época, con variedades tempranas y tardías que permitieran obtener cerezas a lo largo de los meses de Junio y Julio. Las cerezas se recogían manualmente, siempre con el rabo para prorrogar su conservación, se usaban cestos de mimbre que llevaban atado un pequeño “gavito” (gancho de madera) cuya función era permitir colgar el cesto de las ramas del árbol de manera cómoda para el recolector. Dado el tamaño de los árboles, el recolector se debía “engaramar” (trepar al árbol) para conseguir la fruta ayudado habitualmente por un gancho de madera que servía para acercar las ramas. Se procuraba no “escañuelar” (romper las ramas) el árbol ya que se consideraba que perjudicaría a la cosecha del año siguiente. Las localidades de Tineo, situadas a orillas del Narcea, contaban con gran fama por sus cerezas, con un clima óptimo para su producción, los campesinos y campesinas de la zona, traían su afamado producto al mercado del Jueves en Tineo, mucho antes que en el resto del concejo estuvieran madura, incluso, se regaban los árboles con agua caliente, para adelantar el proceso y así conseguir un mejor precio

Cerezo en Navelgas
Un reseña sobre los cerezos en Tineo, es recogida en el Catastro del Marqués de Ensenada de 1749, en el que se refleja que los habitantes de la zonas, declaraban que los cerezos eran prácticamente improductivos y que la escasa cosecha era robada por los chiquillos del pueblo. Una manera de evadir la presión fiscal de los habitantes de estas tierras. Desde luego, que la cereza robada tenía un sabor infinitamente mejor, es muy raro conocer a alguien que creciera en la zona rural y que no se hubiese caído de un cerezo o tuviera que escapar de las iras del propietario. 


Variedad francesa, una de las más apreciadas en el territorio
La transformación agraria que sufrió el campo tinetense en los años ochenta del pasado siglo XX, supuso un giro desde una economía agraria enfocada a la diversidad productiva y de autosuficiencia, hacia una economía agraria especializada en la ganadería vacuna. Este cambio, propició que las antiguas técnicas agrarias fueran desapareciendo progresivamente en pos de una necesaria mecanización para la implantación del modelo. Esto determinó, que los antiguos caminos de carro, fueran sustituidos por otros caminos más anchos, desapareciendo los linderos de las propiedades y con ellos, los frutales y especialmente los cerezos que allí se encontraban. Los procesos de concentraciones parcelarias y las mejoras de las vías de comunicación también jugaron un papel importante en la decadencia de los cerezos. Estos condicionantes, junto a un progresivo envejecimiento y despoblamiento de las áreas rurales provocaron que los cerezos, poco a poco estuvieran desapareciendo de nuestro paisaje.

Cereza variedad negrina
Desde el año 2010, el Ayuntamiento de Tineo a través de su área de medioambiente, comenzó a desarrollar un proyecto de recuperación del cerezo en el ámbito de su concejo. El proyecto, denominado Cerezos + Biodiversidad,  básicamente, consistía en realizar injertos de variedades tradicionales de cereza sobre patrones francos, obtenidos de montes y baldíos del municipio, de tal manera que se garantizaba un material genético de total pureza. Los árboles arrancados y una vez consolidados sus injertos fueron repartidos entre los vecinos del municipio que se comprometieran a plantarlos en sus propiedades. En esta primera edición del proyecto se repartieron más de 1.800 cerezos y tal fue el éxito de la iniciativa que se lleva realizando ininterrumpidamente desde ese año, ampliando a otros tipos de frutales, tales como el ciruelo, el peral, el manzano o el castaño. Desde el comienzo de esta iniciativa, más de 5.000 nuevos cerezos de variedades tradicionales, se han plantado en el ámbito del municipio, de tal manera, que se está logrando revertir la decadencia de este emblemático frutal en el Concejo de Tineo.

 Toda la información del proyecto, la podemos encontrar en el siguiente enlace:

Cortando esquejes para el injertado
Es sin duda, uno de los árboles más emblemáticos del bosque de Tineo y por supuesto de su paisaje.

Es frecuente encontrarlo en la ribera de nuestros cursos fluviales